El 30 de enero del pasado año, con las eucaristías presididas por nuestro Arzobispo, don Carlos Manuel Escribano Subías, comenzó la conmemoración del 50 aniversario de la bendición de nuestro templo parroquial. Ahora, a punto de finalizar la eucaristía que, presidida por nuestro Vicario Episcopal don Gonzalo Gonzalvo Ezquerra, supondrá la clausura de esta celebración, queremos reseñar lo que han significado estos 50 años en la historia de nuestra Parroquia y en la vida de muchos de nosotros.
A principios de los años 70 esta zona del Barrio de las Fuentes empezaba a crecer. Faltaban muchas cosas y entre ellas alguna iglesia más que ofreciera servicios religiosos a los vecinos, en su mayoría jóvenes y con niños pequeños. Así lo entendieron también en la Diócesis, y el 1 de marzo de 1971 se erigieron dos nuevas parroquias, la de Santa Teresa de Jesús y la de San Juan de Ávila, cada una con su propio párroco, don Jacinto Velasco Lazcorreta y don Antonio Bambó Marquesán, respectivamente, con un despacho común en Salvador Minguijón, pero celebrando sus cultos provisionalmente en las parroquias de Cristo Rey y de San José Artesano. Pronto comenzaron las obras para acondicionar estos locales de la calle Batalla de Lepanto y disponer del ansiado templo propio. Las obras fueron dirigidas por el propio don Antonio Bambó, que era arquitecto técnico. El 29 de enero de 1972 tuvo lugar la bendición, oficiada por el entonces arzobispo don Pedro Cantero Cuadrado, y las dos parroquias utilizaron de manera conjunta la nueva iglesia. Finalmente, se produjo la fusión de ambas dando lugar a nuestra actual Parroquia de San Juan de Ávila y Santa Teresa de Jesús.
Ambos párrocos eran jóvenes y con ganas de hacer muchas cosas. Trabajaron incansablemente por sus feligreses y por todos los vecinos del barrio y lo hicieron muy bien. Pensaron en la manera de poder llegar a todos, a los que se acercaban a la Parroquia y a los que no tenían costumbre de hacerlo, y crearon el reparto a domicilio de la Hoja Parroquial, en la que la última página, confeccionada por ambos sacerdotes, se dedicaba a informar de cuanto acontecía en la Parroquia y la labor que en ella se desarrollaba. Fue esta una tarea ardua, contando con un equipo organizador y un grupo de unos 60 mensajeros que la llevaban semanalmente a todo el que quisiera recibirla. Fue una buena labor acogida cordialmente por los receptores, y se consiguió la suscripción de cuotas para ayudar en la financiación de todas las actividades parroquiales.
Estas visitas semanales permitían conocer la realidad del barrio y poder ofrecer también a los enfermos o personas que no podían salir de casa, la ayuda del equipo de Pastoral de la Salud que también se creó. Integrado por un numeroso grupo de señoras, realizaban visitas tanto en sus domicilios como en residencias y centros sanitarios. Aunque su número se ha visto notablemente reducido, en la actualidad sus integrantes siguen efectuando esa solidaria labor de acompañamiento con mucho cariño y dedicación y, de vez en cuando, les llevan algún detallito que reciben con mucha alegría. La colaboración de los ministros extraordinarios de la Comunión permite igualmente que reciban periódicamente el sacramento.
También se formaron grupos de catequistas pues, como había muchos niños, era necesaria su colaboración para la preparación a la primera comunión. Era gratificante ver a tantos jóvenes involucrados y la armonía que había entre ellos, ya que incluso para la misa de los domingos de las doce y media, que era la de las familias, algunas catequistas estaban en el salón ofreciendo servicio de guardería.
Una de las cosas que en su momento funcionó muy bien fue el Grupo de Jóvenes, que trabajaron mucho por la Parroquia, y tanto ellos como otros grupos de adultos, colaboraron con los sacerdotes para hacer posible los Kasantones. Don Antonio acondicionó una casa familiar que tenía en Rasal, y ello permitió que niños de la parroquia pudieran disfrutar de colonias durante los veranos y pasarlo de maravilla en buena convivencia dentro de un ambiente familiar.
También formaron el Equipo del Rosario, que mes a mes se reunía a rezar con unos boletines que se recibían. Este grupo, aunque muy limitado ya en número, se mantiene y cada día se reza el Santo Rosario por las tardes, antes de la eucaristía.
La parroquia emergía y se formó el Coro, que siempre ha enriquecido las eucaristías, sobre todo en las festividades importantes, como el día de la Virgen del Pilar, Navidad, San Valero, Semana Santa, San Juan de Ávila, Santa Teresa de Jesús, y otras celebraciones. Este grupo también se mantiene y hoy estamos teniendo ocasión de apreciar su esfuerzo y dedicación.
Durante muchos años, cada parroquia tenía su propio Equipo de Cáritas, y por ello también se creó en la nuestra, con un numeroso grupo de voluntarios que estudiaba los casos de nuestra zona. Continúan haciendo una gran labor que ahora se realiza en conjunto, a nivel de arciprestazgo.
Otro grupo que se creó fue el de Manos Unidas que también ha colaborado mucho en la promoción y difusión de las campañas que cada año cubren alguna necesidad en los países menos desarrollados. Además, para la realización del tradicional rastrillo, paralizado desde la pandemia, un grupo de mujeres se dedicaban a recorrer los comercios del barrio solicitando la donación de objetos y enseres de todo tipo para con su venta contribuir a que la recaudación total permitiera la financiación del proyecto que cada año se asumía en el arciprestazgo de Las Fuentes.
El grupo de Carismáticos se formó igualmente hace muchos años, y semanalmente se reunían para hacer oración y pedir por todas las necesidades. Tras la pandemia, la actividad de este grupo ha sido suspendida.
También tuvo actividad en la Parroquia un numeroso grupo de cursillistas, que los sábados por la mañana se reunían para el encuentro con Dios y dar sentido a sus vidas. Rezaban el Rosario, y efectuaban el donativo que estimaban conveniente.
Allá por los años 73 o 74, se creó la Escuela Hogar Interparroquial en colaboración con otras parroquias del barrio, contando con la importante contribución de la comunidad de las Hermanas Discípulas de Jesús. La Escuela fue adquiriendo presencia y tuvo una gran relevancia, ya que permitió a muchos vecinos formarse y participar de las distintas actividades que se ofrecían, gracias también a la ayuda de la Obra Social de la CAI y de Acción Social Católica.
Durante muchos años hubo en la Parroquia un grupo de personas que, con don Jacinto, preparaban los cursillos para novios y también para el bautismo, que se impartían en el Salón parroquial o en la Escuela Hogar.
Y claro, también había que limpiar el templo, y para ello se formó el Equipo de limpieza. Un numeroso grupo de feligresas, en turnos semanales, se encargaba de limpiar la iglesia y el resto de instalaciones parroquiales, tarea que se sigue realizando con la participación de algunas de las que empezaron entonces y de otras que se han ido sucediendo a lo largo de los años, porque el tiempo pasa para todos y las fuerzas físicas se debilitan inexorablemente.
Así caminamos durante muchos años y tanto los Sacerdotes como los feligreses nos hicimos mayores. Llegó un nuevo Párroco, don Miguel Ángel Estella Marín, con ganas de continuar con la labor que se había realizado y poder seguir creciendo. Él creó el Grupo de Matrimonios. Estuvo sólo cuatro años, pero también dejó huella y buenos recuerdos en la Parroquia.
Le siguió como Párroco don Carlos Palomero Nogueras, que también aportó mucha alegría, pues es un hombre joven y dinámico. Muy querido por todos, siguió en la misma línea que sus antecesores, queriendo lo mejor para los feligreses. Como don Jacinto y don Antonio ya eran mayores, les transmitía un cariño inmenso.
En agosto de 2015 se incorporó como Vicario parroquial don Emilio Aznar Delcazo, que colabora en todo lo que concierne a la Parroquia, y que siempre está a disposición de los feligreses, coordinando también las reuniones del Grupo de Liturgia.
En septiembre de 2017 llegó don Iván Noguera Castro, que es ahora nuestro Párroco, y con él hemos llegado a la celebración de las bodas de oro de nuestra Parroquia y de la bendición del templo. Don Iván sigue en la línea de sus antecesores, haciéndonos sentir bien en la que consideramos como nuestra casa. A él le está tocando conservar, reformar y renovar lo que el paso de los años ha ido deteriorando, adaptándolo todo a los nuevos tiempos. También el edificio en su conjunto sufre el lógico desgaste, que está ocasionando cuantiosas reparaciones y restauraciones.
Los sacerdotes hicieron, y hacen, una muy buena labor. Con ellos realizamos peregrinaciones tanto a Ávila, la cuna de Santa Teresa, como a Almodóvar del Campo, que vio nacer a San Juan de Ávila, y también a Fátima, Lourdes y Santiago de Compostela. Se efectuaron otras excursiones más lúdicas, pero que nos enriquecieron mucho, siendo las últimas a Murcia y Caravaca de la Cruz, Aranjuez, Granada y Toledo, y finalmente a Sijena y la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, en los Monegros.
Debemos estar, pues, muy agradecidos a todos los sacerdotes que nos han dirigido y acompañado en esta nuestra Parroquia. A pesar de ser pequeña y humilde, entre todos tenemos que seguir cosechando lo que ellos han ido sembrando en estos más de cincuenta años.



